Opinión
29/04/2025 | 12:12 |
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La legisladora Nadia Fernández, vicepresidente de la Unicameral, después de tres meses negando información sobre un caso detectado (no sabemos si el único) de una empleada fantasma, reconoció que ella fue quien la contrató.
A pedido del puntero barrial hoy detenido Guillermo Kraisman que, gracias a una empleada bancaria responsable, cayó intentando cobrar el sueldo de la referida fantasma.
Pero la información completa se bloqueó hasta donde se pudo como si informar fuera optativo para los funcionarios.
Fernández apelo a mucho gre gre, para terminar diciendo Gregorio. Una frase define todo lo demás. Dijo, textual: Actué de buena fue porque Kraisman nunca pidió algo para él, pidió por una persona que necesitaba trabajo, una oportunidad.
A la legisladora Fernández la votaron unos 870 mil cordobeses. Aun si supone que un puntero político con antecedentes penales es referencia suficiente para darle un sueldo a cambio de nada a una persona que necesitaba trabajo ¿habrá pensado en cuántos que necesitaban trabajo la habían votado? Quien está desempleado o subempleado o con la condena de la precarización a esta hora escuchando la radio y recordando que también la voto a la señora Fernández, ¿se estará preguntando por qué no le corresponde tener un sueldo a cambio del voto? ¿Es aceptable la explicación de la legisladora? ¿Ese es el mensaje?: si tiene necesidad de empleo, consiga un puntero barrial con causas pendientes en la justicia y le doy salario, estabilidad y vacaciones.
Cuando los colegas le preguntaron, entonces, por qué la fantasma nunca trabajó la explicación es mas agraviante aún: porque después de ser designada advirtieron que no cumplía los requisitos mínimos.
Agraviante porque nos toma por una palabra muy fea que rima con saludos y con barbudos. Por eso los toma a los 870 mil que la votaron y ni te cuento a los que no la votaron y no terminan de entender cómo toleramos que nos traten como ciudadanos de segunda y sigamos sin pasarles la factura.
Por Miguel Clariá.