Opinión
06/04/2023 | 11:42 |
Audios
Hay veces que un testimonio, un anónimo, un trabajador cualquiera expresa más que cualquier opinión de cualquier periodista
Primero hay que hacerles escuchar a las autoridades obligadas a garantizar los derechos de los ciudadanos.
Después, hay que hacérselo escuchar a los dirigentes piqueteros.
El anónimo repositor de supermercado puso en palabras tensas, cargadas de impotencia, de dolor y de bronca, los sentimientos que tenemos una enorme mayoría. No se soporta más.
El mismo día que los que convocan al piquete alegan que están luchando por él, cuando en realidad lo están utilizando como rehén.
El mismo día que bajan órdenes para que los fiscales salgan a enfrentar la bronca y el humor electoral.
Mientras los habeas corpus se mezclan con las explicaciones sobre por qué no se pueden cumplir los habeas corpus.
Este anónimo trabajador dijo lo que a esta hora quiere decir medio país. Basta. Me rompo el lomo, trabajo sin rendirme, no tengo certezas de regresar a casa y que a mi mama no la hayan asaltado en el barrio, y entre los que no garantizan ningún derecho y los que se auto perciben garantías de derechos cortando las calles, lo dejaron allí, en el caos de la ciudad, solo, abusado, impotente, en el límite de estallar, de cometer una locura. Es el hombre común, el trabajador medio, exigido, aunque empobrecido decidido a trabajar, a ganarse lo suyo contra todo y contra todos...pero no puede más.
El repositor anónimo ha hablado por todos, da ganas de darle un abrazo y decirle que alguien lo va a escuchar. Pero es mentira, lo sabe él, lo sé yo y vos, que escuchas. Nadie con poder de decisión, en el gobierno o en el piquete, lo va a escuchar. Y Mañana lo volverán a cazar como un conejo, entre la inoperancia de unos y los cortes de otro.
Por Miguel Clariá.